La mamá de Roberth había quedado reducida a un kilo de cenizas. No más. Él vio como el fuego iba consumiendo su cuerpo menudo de anciana. Observó como las llamas la iban desapareciendo y allí no quedaba nada más que polvo.
Roberth había pedido ser testigo expresamente porque le habían dicho que en las cajas de cremación metían dos o tres cuerpos. Él quiso que solo estuviera uno, el de su querida mamá. Y para que no quedaran dudas, le regalaron el video de la cremación.
Después la podías ver, metida en la cajita, en la bolsita azul de terciopelo, encima de la mesita que Roberth adecuó para ella.
Hace un año que su viejita está ahí, en la cajita y sobre una mesa en el centro de su casa. Roberth cuenta que no ha encontrado un lugar para guardarla. Que la iglesia de Pedregal le piden 300 mil pesos para dejarla allí. "De los negocios celestiales, líbranos señor", murmuró una vecina al escuchar la queja de Roberth.
Para llegar a la casa de Roberth Velásquez en el Doce de Octubre, hay que caminar por una calle estrecha, de cemento, varillas y escaleras. Hay que subir un poco y se interna en una casa de cemento en el techo y en el piso. La primera imagen de la casa son dos fotos enmarcadas: una de Roberth con Sergio Fajardo. Otra con Luis Pérez.
Al lado, la foto de María Mercedes Cano, la viejita. Y abajo, la caja de madera. Este es el lugar más importante de esta pequeña residencia. No hay muchos adornos, a lo sumo otra foto de Roberth con Jessica de la Peña, la presentadora de RCN. Nada más.
Para él no hay misterio con tener las cenizas de mamá en la casa. Muchos vecinos, que llegan en visitas ocasionales, le dicen "¿y a usted no lo asustan por la noche, no le da miedo dormir con un muerto?".
-Yo creo que como uno trata a la gente, la gente lo trata a uno. Y nosotros quisimos mucho a la viejita- dijo.
También le hacen propuestas, por ejemplo, una vecina dijo que porque no las echaba al río Medellín y se lo dijo, porque ella lo había hecho. Las cenizas de sus familiares están enterradas en la entrada de su casa, pero el último en la lista le había solicitado que por favor cuando él se muriera, echara las cenizas al río.
"La vecina lo hizo. Nos dijo y todo que por la Minorista había una entradita donde se podía hacer el ritual".
Pero Roberth no le tiene miedo a la muerte. O ya lo perdió en alguna parte, se que me lo va a decir. Mientras me cuenta la historia de los últimos años de María Marcedes, Magnolia, la tía de Roberth, comienza a sacar las reliquias Mercedes: una camándula de cuentas negras y alambres oxidados, un cofrecito verde de madera, donde está un novena a la Virgen al Carmen de 1947 cosida con hilo. "Esas cosas las tenía Mercedes desde antes de casarse. Eso fue hace mucho tiempo", dijo Magnolia.
A su vez, Roberth comienza a esculcar en sus propios recuerdos y saca también una ruana diminuta con la que lo cobijaron en su infancia y un ponchito con el que lo disfrazaron algún halloween.
Un paquete de "reliquias"
El mediodía entra a la casa por una ventana que ilumina la mitad de la sala. Roberth sigue buscando en su bolsa de recuerdos y de "colombianos", donde acumula una colección de las últimas tragedias. Del paquete saca varias reliquias: EL COLOMBIANO del 20 de mayo de 1993 con la tragedia del avión de SAM en Urrao, la del 11 de Septiembre de 2001, la del secuestro de Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri.
-Es que esta no es la primera vez que voy a salir en EL COLOMBIANO-
-¿Perdón?
Entonces, saca un diario de 2000. Efectivamente, está él, hablando por teléfono y a su lado la que fue su esposa. La nota, firmada por Gustavo Gallo, contaba la historia de cómo Roberth por un mensaje que dejó en una emisora de la ciudad para conocer amigos, había conocido al amor de su vida: Leydi Vanessa Salazar.
-Ella escuchó el mensaje que yo había dejado y me llamó. Y así nos conocimos-
Al poco tiempo se casaron a pesar de la oposición familiar. "Lo que pasaba es que ella tenía 16 años y yo 28. a La familia no le gustaba la diferencia de edad". Pero no importó y la boda fue un suceso. Los padrinos fueron los concejales María Mercedes Mateus y Fabio Estrada Chica. Y cuenta la historia, que después del acto civil, se pasearon por las calles de Medellín vestidos de novios para comprar las cositas del matrimonio.
-Pero ella se mató en un accidente de tránsito en el 2007, la cogió un carro en San Diego.- dijo, dando a entender que la muerte era la primera vez que aparecía en su vida.
Dice que le quedó un hijo de nueve años y que pelea por él. Lo dice mientras el mediodía va saliendo de la casa y la luz de la tarde le da otro color al cemento. Tampoco dice más. Para él lo más importante era la viejita, el kilo de cenizas que está sobre la mesa, en el centro de la casa.
-Nosotros la queremos poner en un osario, pero nos están pidiendo mucha plata. Y no tenemos. Yo apenas estoy estudiando en El Sena-.
Roberth guarda todo y lamenta no tener el DVD para mostrar el video de la cremación. En cambio muestra las fotos que le tomó durante los tres días que veló su cuerpo en esta casa. -Pero tampoco tengo ningún problema si ella se queda aquí toda la vida-, sentencia.
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