jueves, 11 de abril de 2013

El Último Encuentro en Kindle


Hay libros que llegan desde buenas manos. Sobre todo cuando llegan de las manos de los amigos. El libro de esta semana en Kindle, me llegó de esa forma, que con el tiempo, las dedicatorias y las palabras se llenan de perfume de buenos recuerdos. Pues bien, el libro es El Último Encuentro del escritor húngaro Sandor Marai. Esta novela me permite introducirnos en la categoría: vinito y chimenea para tierra fría. Cervecita y balcón en tierra caliente. Es un libro que se puede leer en dos días, lo que lo hace perfecto para Kindle, porque he descubierto en los últimos días que los libros largos pueden correr el peligro que uno se pierda en un universo paralelo: uno no sabe en que parte del libro va. Y eso cuando el libro no te atrapa de una como el que actualmente  estoy leyendo, es una sensación extraña. 

Terrible en algunos momentos.

Pero bueno, a los bifes. El Último encuentro es tal vez es libro más conocido de Marai, - al lado del Divorcio de Buda- quien se hizo no solo famoso por sus novelas y cuentos, sino porque se metió un tiro a los 89 años en su casa de San Diego, California, cuando se encontró casi ciego, viudo y solitario. Era una respuesta extraña a alguien quien en sus libros y en sus textos en general siempre celebró la vida. En fin, lo cierto es que Marai era un hombre bastante interesante, inteligente observador de la sociedad en la que creció y vivió mucho tiempo: la húngara, especialmente la Hungría que era parte de esa potencia de principios del siglo XX, el Imperio Austro Húngaro. Y eso es lo que plasma Marai en esta novela: el ser humano, sobre todo el concepto de la amistad en medio del conflicto. De la guerra que todo se lleva. 

Y nunca deja nada intacto.


El último encuentro comienza con los preparativos que se organizan en la casa de un antiguo noble húngaro quien ha citado a un viejo amigo que no ve hace cuarenta años. Personalmente creo que el valor literario de esta obra se encuentra en esa primera parte: en la descripción de la gloria, perdida por supuesto, de una mansión de caza espléndida en el corazón de los Cárpatos. Pocas veces he logrado que una casa viva en palabras de la forma que lo logra Marai en esta primera parte. El hombre sabe que ese encuentro con ese viejo y muy cercano amigo será el fin, será la última epopeya de un hombre que había llegado a ser General de la Guardia Imperial. El último acto de honor que se reservará a una cena. Y todo el protocolo, toda esa limpieza previa, todo ese servicio bajo las órdenes del anciano militar, cautiva, enternece, acaricia en algunas partes. Ahi es donde uno se mete en el texto y no se pierde en las páginas o en la “posición”. Por eso es un libro para leer en la sala de la casa, sentado frente a una ventana. Nada de estrés. 

Pues bien, después llega la segunda parte.

La segunda parte, y este es tal vez un concepto muy personal, límita con la autoayuda. Después de cenar, el viejo general y su amigo, quien ha estado en oriente durante muchos años, se entrelazan en una conversación densa y moralista, en el mejor sentido de la palabra. Es una conversación sobre la amistad o mejor dicho, es casi un monólogo del militar sobre la amistad y lo que ha hecho con su vida en los últimos cuarenta años. No es mucho lo que pueda decir o rescatar del libro porque ese dialogo, que se prolonga hasta el final del libro, es la sustancia de lo que hemos venido a leer. De hecho, no hay sorpresas, no hay un momento en que uno se quede paralizado por revelaciones sorpresivas. No. Es una charla, profunda como pocas, pero a la vez, ligera  que deja una sensación que esto era la primera parte de algo muy bueno. En mi concepto una buena novela tiene que ir más allá de un diálogo interesante. Debería plantear un reto literario. Pongo varios ejemplos, que desarrollaré más adelante con otros textos en este blog, como el de Houllebecq con sus Partículas Elementales y su perfecta disección del deseo. O el mismo Desgracia de Coetzee, un retrato de 120 páginas sobre el hombre moderno y su tragedia autoimpuesta. Marai, que es un escritor admirado alrededor del mundo, nos muestra una parte. Hasta ahí. 

Y tuve esa extraña sensación de no querer terminar el libro. O acabarlo rápido porque estaban hablando mucha paja. 

Sin embargo, hoy que lo vuelvo a revisar para escribir este texto, creo que es una excelente excusa para sentarse a leer. A pesar de mis conceptos un poco encontrados sobre el texto, lo conservo aún, no solo porque fue un regalo muy especial, sino porque merece estar ahí para ser revisado, dejarse envolver por el mágico ámbito imperial de la mansión. Y en Kindle funciona, para lo que yo creo que puede funcionar en Kindle. 

Nada. Lo último es que estamos buscando libros en español para Kindle que son bastante escasos. Al menos los que llevo buscando como “El Loro de Flaubert”, “Sostiene Pereira” o “La Soledad de los Números Primos”. Si alguien sabe donde se pueden conseguir, pues deje su comentario para hacer un post sobre opciones de libros en español interesantes. Eso sí, les dejo el dato de que Crimen y Castigo en Amazon.es está a 0 pesos o Euros, es lo mismo y también el Quijote. Y valen toda la pena. 

Nos seguimos leyendo.


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