Tengo dos frustaciones y tres pasiones: el fútbol, la literatura y el periodismo. A muchos les ha pasado, muy pocos -no recuerdo a nadie en este momento- han logrado cometer las tres cosas juntas. Yo soy un futbolista frustrado, un escritor a punto de rendirse, sin embargo, creo que todavía puedo apostar por el periodismo. De hecho eso es lo que hago para vivir. Y dentro de ese mundo inmenso del periodismo, la crónica es algo que me enamora profundamente. Leerla y escribirla. Percibir y construir. O en mi caso, muchas veces, destruir.
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Leila Guerriero, uno de los referentes de la crónica en Latinoamérica |
Ahora, a los bifes.
“Frutos Extraños” de Leila Guerriero, es, como bien títula su autora, un libro de varias cosas, que por un acto de magia, se transforma en algo compacto que parece uno sola cosa. Me explico. Frutos extraños es un libro de crónicas que esta periodista argentina, ganadora del premio de Nuevo Periodismo Iberoamericano reunió durante nueve años de trabajo, pero que al final, parece una gran historia. Y aquí viene la razón por la que yo recomiendo ponerlo en el estante virtual: el estilo. Los que nos gusta escribir y especialmente, los que nos gusta escribir crónicas y reportajes de largo aliento, además de darnos en la jeta con las palabras para que cuadren cómo debe ser, tenemos otra pelea, mucho más interna y profunda, en mi concepto: el estilo. Que las cosas se escriban como uno es por dentro, único, irrepetible. Exacto. Y eso lo consiguen muy pocos. Pues bien, Leila Guerriero, a través de este libro, nos muestra su voz en la realidad, su visión de lo preciso, su cristal de la no ficción.
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Todo parece ficción. Y no lo es.
El segundo texto, que le mereció el Premio del Nuevo Periodismo, es la Voz de tus huesos. Guerriero no regala un adjetivo que no merezca su lugar y por lo general ocurre en el primer párrafo donde esa oficina gris en el barrio de Once necesita que las cosas tengan alma. El resto es una descripción quirúrgica de un horror que a nosotros los colombianos nos puede sonar familiar: el trabajo del equipo de antropología forense argentino que se encarga del recnocimiento de muchas de las víctimas de la dictadura que dirigió con sangre a la Argentina desde 1976 hasta 1983. Es una crónica perfecta: empieza donde debe comenzar y termina de la misma forma. Nada sobra, nada esta mal puesto, no hay una descripción de aire, no hay una sentencia que no deba ser citada. Y eso en periodismo, en narrativa, es como un 10 en gimnasia, un hoyo en uno que se repite párrafo tras párrafo.
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Jorge Busseto, el clon de Mercury |
La crónica es Lazos de sangre. La historia es cómo una mujer se entera, de la noche a la mañana, que no es hija de su padre, un militar retirado, sino de uno de los 30 mil desaparecidos durante la dictadura. Guerriero, que bien podía enfocar la historia en ella, en la mujer que desorientada y sin identidad, recurre y apuesta al doble: cuenta la historia de cómo vive este proceso su nueva familía, su abuela nueva, sus tíos nuevos, sus primos, que son de otro mundo al que la mujer perteneció durante su crianza. Hay que tener pantalones para que en un relato uno quede con la sensación de que la victíma es la mala del paseo, sin emitir el menor juicio posible. Pues bien, eso ocurre. Pero mejor no les cuento el cuento y los dejo para que lo lean.
Si siguen leyendo, escriban hombre. La próxima semana prometo que les cuento cómo es que funciona este incipiente mundo de los e-books en español o e-libros o libr@s, que es más complicado que comprar y esperar que se descarguen.
Nos seguimos leyendo!!!
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