viernes, 25 de noviembre de 2011

Hawai no es el paraíso


Se viene hablando hace rato de esta película. Hace algunos meses, cuando la publicidad de las revistas le dedicaba cuartillas enteras a “Los Idus de Marzo”, la mayoría de los críticos y periodistas llevaban su atención sobre el inminente estreno de The Descendant. La mayoría de los críticos acertaban en decir que la verdadera actuación brillante de George Clooney no era el empeño político de Idus (La cual produce y dirige), sino en esta especie de comedia que no es tan comedia, pero tampoco drama, en fin, algo que todavía no me termina de cuadrar y ya hace cuatro días que la vi.

Pero hay un dato que se necesita poner en contexto antes de entrar en detalles: su director, Alexander Payne. Hace siete años este hombre originario de Nebraska sorprendió (Aunque ya había ganado el Oscar con About Schmidt) con la exquisita película de 2004, Sideways (Entrecopas) que narraba la relación de dos amigos durante un recorrido por el Napa Valley. Sin embargo, a pesar que su nombre se reveló como uno de los más prometedores de la industria, Payne decidió dedicarse a otros proyectos que lo alejaron de las candilejas de Hollywood. Ahora regresó con esta película, en la que se arriesga, entre otras cosas, a poner al glamouroso Clooney como otro mortal más.

Y lo logra. La historia es simple: Matt King (Clooney) es un abogado norteamericano que vive en Hawai y aquí la primera bofetada de esta película que no se detiene a la hora de los golpes bajos: La Hawai que se muestra es un lugar gris, taciturno, sucio y que nada corresponde al paraíso de las agencias de viajes. Es un lugar donde dan ganas de salir corriendo y ahogarse en ese mar transparente y turquesa. Y no solo eso, Payne, casi como una burla cruel, nos pone en el último lugar donde nos gustaría estar en Hawai, en un hospital, al lado de una mujer que ha caído en coma debido a un grave accidente en Snowboard y quien es la mujer de King. Mientras esto pasa, Clooney además debe procesar toda la información necesaria para vender el último terreno virgen de Hawai que pertenece a su familia y que lo hará inmensamente rico.

Y es aquí donde Payne nos regala la única caricia de la película, una aparición tan bella y sexy como la salida del mar de Ursula Andrews o las faldas al aire de Marilyn Monroe, pero que basta para que el sabor raro de lo que viene sea digirible: Shailene Woodley, quien interpreta a Alexandra, la hija mayor de King y que le revela a su padre el gran secreto y lo que define la película: que su madre, la cual esta desahuciada por los médicos, le puso los cuernos con un vendedor de finca raíz, que a su vez tiene interés en el negocio de las tierras de King. Y es aquí donde empieza una extraña película donde Clooney corre como un pingüino y donde todas sus fanáticas pueden desmayarse de la impresión de ver a su galán en semejante situación de descompostura; donde la hija rebelde no es tan rebelde, donde la madre no es tan madre, donde la venganza no se consuma, pero que mientras todo intenta que pase sin que realmente pase, Payne quiere mostrarnos en verdad que somos un proceso interno de complejas sensaciones. Ya lo había hecho Sam Mendes con American Beauty, no somos lo que aparentamos, somos lo que vivimos a cada momento y en eso parece radicar esta gran versión sobre la muerte, la vida y la traición: no somos una película de Hollywood donde pasan cosas extraordinarias, sino personas que cada día deben luchar por sacarse ellos mismos adelante con todas las miserias posibles y con todos sus valores exprimidos al máximo.

Por supuesto los críticos tienen razón: Clooney firma la mejor actuación de su carrera, por dos razones en mi concepto. Una porque carga tranquilamente el peso de la película en su definición, Clooney no es Clooney, no es el seductor y dandy, es un tipo que se pone camisas feas, que entra al baño, que la mujer lo engaña, que corre sin elegancia, pero que también lucha, que no se vende por un puñado de dólares, que mantiene intactos sus valores a pesar que en menos de una semana –más o menos el tiempo de la narración- su familia se va al piso y dos, porque rompe con el estereotipo de los actores dramáticos o enfermos como al autista de Hoffman o el enfermo mental de Hopkins o el desquiciado boxeador de De Niro que tanto gustan a la Academia.. Si algo le faltaba a Clooney era quitarse ese aura de galán que lo había enrollado, que no se quitó en Idus –es un candidato a la Presidencia de los Estados Unidos- y que aquí, se comporta como un tipo común y corriente.

Es una película para recomendar? Sí, pero hay que aclarar que es rara. Que nunca durante las casi dos hora de duración, nos vamos a sentir cómodos en el paraíso. Que a pesar de la belleza de Alexandra y la gran interpretación de Clooney, la película va por la mitad del camino entre Bambi y Precious, donde nada es tierno, pero tampoco es ese apocalipsis social que pintaba la historia de Lee Daniels. Es una película para los Oscars? Le falta el tono épico que le gusta a los miembros de la Academia,pero también ese tono descarnado que ha hecho figurar a Pulp Fiction o Fargo pero Clooney no se bajará de una nominación y lo más seguro es que Woodley reciba una nominación a mejor actriz de reparto, sería un acto de justicia a su resoplido de frescura que trajo en esta rara pero muy digna The Descendants

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tintín, una vieja historieta renovada por computadores


Tintín junto a Astérix y Obelix fueron una especie de felicidad para muchos jóvenes y niños durante décadas. Los dos, de claro origen de los pueblos francos (Tintin es Belga, Asterix es Francés) fueron las aventuras para muchos de nosotros. Antes de esta proliferación de películas y programas de televisión, estas dos historietas eran los mundos imaginarios que recorrimos tanto en el humorístico imperio Romano de Uderzo y Goscinny (Creadores de Astérix) como el intrigante mundo de mediados de siglo XX de Hergé (el creador de Tintín).

Sin embargo en los esfuerzos de llevarlos al cine y a la televisión, las cosas nos han salido tan bie para los dos. Asterix contra los romanos de 1999 ha sido la más exitosa en taquilla pero destrozada en la crítica. Y Tintín, ni hablar. Se han realizado por lo menos cinco adaptaciones al cine con títulos tan inverosímiles como “Tintín y las Naranjas Azules”. Tanto era que el mismo Hergé decía que odiaba todas las versiones y que cuando comenzaron a comparar a principio de los años 80 a Tintín con el arqueólogo Indiana Jones, afirmó que el único que podía hacerle justicia a las aventuras del intrépido reportero era precisamente Steven Spielberg. El director de Tiburón y ET se tomó en serio el cumplido y 29 años después de comprar los derechos, decidió lanzar la primera película animada por computador de este famoso personaje y viene lanzando desde hace un mes por varios países del mundo “Las Aventuras de Tintin, el secreto del unicornio”. Y la verdad es que le quedó bien.

La película que no se amarra completamente al argumento del libro que le da el título a la película, sino que junta tres libros: el Secreto del Unicornio, el Cangrejo de las Pinzas de Oro y el Tesoro del Rackhman el Rojo. De hecho hace bastantes versiones libres sobre algunas cosas que en los libros son bastante claras como la representación alcoholizada por parte del capitán Haddock sobre la batalla entre su ancestro el almirante Haddoq y el mismísimo Rackham el Rojo. Pero cabe aclarar que es necesaria para poder contar la historia completa y este es uno de los detalles más interesantes de la producción de la película, los personajes aunque no guardan mucha similitud con los retratados en las historietas, lograron captar el alma de cada uno de los personajes y este es el primer mérito de Peter Jackson y Spielberg, hicieron algo nuevo sin robarle la esencia a Tintín.

Hablar de cine como interpretación dramática, historia y ese tipo de cosas es bastante difícil. A pesar que hay una actuación dirigida (Las impresiones del computador fueron tomadas de los actores Jamie Bell -Billy Elliot- y Andy Serkis el mismo que hizo de Gollum en el Señor de los Anillos), son muñecos de computador. La historia no es otra más que lo hecho por Hergé (y peca por ser un poco larga. Al final la aventura se vuelve extenuante para el espectador). Pero la animación es perfecta, en especial porque guarda todos los detalles y en esto hay que darle un mérito a Peter Jackson y su empresa WigNut, que se encargó de todo ese ensamble digital. Las texturas, las tomas, los paisajes, las armas, los carros, los edificios, Paris, la arena del Sahara, todo es como debe ser. Y este es el ánimo para pagar el tiquete, la primera película animada de Spielberg, junto a un gigante de la industria como Jackson. Crear a partir de un personaje que ya se inventó hace años sería una tarea irresponsable, así que hasta ahí puede llegar una crítica. Vale la pena verla, disfrutar, porque efectivamente Spielberg es el único que podía hacerle un homenaje justo a Tintín y se lo hace bien hecho.

Sin embargo, no es el Viaje de Chichiro, Wall-E o las Trillizas de Belleville, no es una obra de arte del cine hecho por ordenador. Es una buena historia de aventuras, con un personaje emblemático. Por ahora parte como favorita como mejor película animada para los Óscars.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Seguimos Creyendo!




No somos un país de victorias. En nuestro almanaque de momentos memorables hay pocos trofeos que mostrar. Somos un pueblo de méritos por nuestro corazón, por creer más allá de las posibilidades, por hacer crecer los garbanzos con poesía, pero pocos títulos, pocos primeros puestos. Muchos empates, muchos “se hizo lo que se pudo”, mucho corazón. Pocas medallas.

Ayer Colombia, de nuevo, esa concepción de país que todavía no completamos y en la que hemos puesto muchas más expectativas que realidades, volvió a desencantarnos. La decepción había comenzado el viernes, de noche, en curramba, el lugar del mundo donde más se ha cocinado esa idea de identidad colombiana. Venezuela, que hace muchos ños era nada, menos que nada, que bateaban los balones de fútbol, vino a Barranquilla y nos empató y lo hizo en esa misma filosofía claroscura pantanosa de la que no salimos: “Perdimos muchas oportunidades” “Si Teo la hubiera metido”, casi, tal vez, podría. Palabras para determinar lo indeterminable son las que nos definen.
Pero la catástrofe no es tragedia cuando todavía sobra la esperanza. Para la mayoría de colombianos que tienen memoria y habitamos ese precioso territorio colmado de agua, la mayor cercanía a la gloria se tuvo con el cinco cero. Por 90 minutos derrumbamos nuestro mito fundacional de las aspiraciones frustradas y podíamos empezar a recorrer el camino de la victoria sin restricciones. Teníamos todo, pero a la vez, ese caldo denso que somos nos dejaba sin nada. Fuimos los mismos de siempre y todo terminó con la muerte, porque así somos en este país, lo que no podemos comprar, convencer, lo enterramos con bala. Y Argentina se convirtió para siempre en los colores de la esperanza. Si volvíamos repetir la hazaña, ya no por cinco goles, sino con uno, abriríamos de nuevo esa puerta que nos dio tantas alegrías, de las cuales muchos no hemos despertado. Somos los drogadictos que no hemos vuelto a tener ese primer “instante” y cada vez que vemos aparecer una camiseta albiceleste, alucinamos con ilusión bastante nefasta que podríamos cambiar nuestro destino de parias que nos tiene reservados en una esquina espléndida y codiciada, pero que no nos ha permitido desatarnos de nuestras propias miserias.

Pues bien, la derrota, la más vieja amistad que ha tenido el deporte colombiano, se hizo presente. En un partido flojo, con los jugadores fundidos, donde los cambios llegaron tarde y equivocados, pero sobre todo, donde Argentina se sintió como en el patio de la casa de cuenta –otra vez- de los que no pudieron acogerse a la voluntad patriótica, sino que como locas desatadas se fueron a corear el nombre del dios Messi frente al hotel, nos ganaron. Por supuesto, los gritos iracundos de los periodistas se hizo sentir, la rabia capitalina por el despojo injusto, esa falta de claridad sobre lo que somos, nos hace tambalear y casi caer: de nuevo estamos al borde del abismo y vamos a comenzar a tomar medidas desesperadas, ya lo decía Arendt: Un hombre en peligro de muerte, se vuelve un loco asesino.

Sin embargo, una de las primeras lecciones que podemos aprender, ahora, en el s.XXI, cuando llevamos 200 años de vida republicana, es que nuestra naturaleza es perder. Que no hay nada de malo en eso, que a pesar de un partido funesto, seguimos creyendo, porque para la realidad de nuestras vidas, el verdadero valor colombiano es la fe, nunca, ni siquiera ahora que entramos con pie derecho en el tercer milenio, hemos sido un estado viable, hemos caminado sobre una riqueza natural pocas veces repetida en el planeta, con una ubicación geográfica envidiable y lo único que hemos decidido hacer es matarnos los unos a los otros. Por supuesto, eso tampoco ha traído ningún vencedor a nuestro ADN y ahí estamos, eligiendo un presidente cada cuatro años y sacando la cédula a los 18. Creer en el país Colombia ha sido la única decisión mesurada e inteligente que hemos tomado en los últimos 200 años, pero debemos hacerlo con la convicción de que somos perdedores, pero que aún así, sigue siendo nuestro país, nuestra selección, que Leonel es el hombre, que Barranquilla ya nos clasificó una vez y esta vez lo va hacer. No nos ilusionemos sobre el factor de la victoria, sino sobre el factor de la creencia, de que si todos creemos va a ser posible que volvamos a un mundial, que si todos apoyamos, y eso incluye a directivos, patrocinadores y jugadores.

Oscar Wilde decía que había que tener mucha valentía para apoyar a los amigos en la victoria. Allí todos se engolosinan. Ahora cuando se pierde es más fácil decir “Seguimos creyendo”, porque al final, nada se pierde. Pues bien, sigo creyendo en Leonel, en la selección, en este país que a pesar de navegar por tantas desventuras y fatalidades, sigue siendo el mejor lugar del mundo para vivir.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Robert Pattinson: "No quiero hacer cosas en las que seguro voy a fallar"




En entrevista con "El Mercurio", el protagonista de "Crepúsculo" , que estrena su cuarta y penúltima película el 17 de noviembre, revela secretos del rodaje y lo que espera para su futuro como actor una vez concluida la saga.

Alejandro Millán, Los Angeles

Pocos actores pueden contar que formaron parte de dos de las sagas más famosas del cine. Pues el inglés Robert Pattinson lo hizo. Acaba de terminar de filmar la última entrega de "Crepúsculo" para el cine, donde se ha hecho famoso por interpretar al atormentado vampiro Edward Cullen, y también estuvo en "Harry Potter y el cáliz de fuego" como el carismático Cedric Diggory.

Gracias a su personaje en "Crepúsculo", el londinense de 25 años se convirtió en el sueño y fascinación de millones de adolescentes en el mundo, las mismas que han hecho de la saga literaria un fenómeno. Edward Cullen es el símbolo del hombre soñado: caballero, protector, noble, profundamente fiel y enamorado de una joven humana, Bella Swan (interpretada por Kristen Stewart, novia de Pattinson en la vida real). En las tres películas anteriores, se explora la relación de estos dos personajes, siempre marcada por la oposición externa y las propias dudas de Edward sobre cómo su condición de vampiro la afecta física y psicológicamente.

Ahora está dedicado a promocionar "Amanecer: parte 1", la primera parte del final de "Crepúsculo" que se estrenará en Chile el próximo 17 de noviembre. En esta entrega, por fin la pareja protagonista, Bella y Edward, se casan, se van de luna de miel y son felices... al menos por 20 minutos. Después de una sucesión de imágenes idílicas a todo color, llega un inesperado evento que supondrá que la vida de Bella y la tranquilidad de Edward se vean afectadas. Las escenas del último tercio del filme son dignas de una película de terror.

Parte de la historia que se relata en la novela "Amanecer" tiene que ver con el embarazo de Bella, cuya hija crece en su vientre a una rapidez sobrenatural y se convierte en demasiado para su frágil cuerpo humano. La escena del parto es, por decir lo menos, incómoda de leer y no apta para gente sensible. "Es peor en el libro, no se preocupen", afirma Pattinson sobre la escabrosa filmación de ese momento, mientras recibe a "El Mercurio" en el Hotel Four Seasons de Beverly Hills. Está vestido informal, de camiseta, gorra de béisbol y zapatillas bien gastadas.

-Al principio, mucha gente no estuvo de acuerdo con que usted interpretara a Edward Cullen, pero se fue ganando a pulso a los fans. ¿Cómo lo logró?
"No lo sé, tal vez tuve suerte. Estaba muy contento cuando me eligieron, pero desconocía que fuera un asunto tan grande con los fans. Entonces, cuando la gente se enteró de que lo iba a hacer, dijeron que cómo era posible y yo quedé en shock. Pero creí en lo que tenía por delante, lo hice y bueno, me terminaron por aceptar".

-¿Cómo ha sido la ya larga experiencia de ser un vampiro enamorado?
"Es divertido. Hacer estas cinco películas es muy interesante, porque ha sido el crecimiento de una relación a través de las distintas entregas y el entorno de personajes. Hacer eso real, creíble, ha sido un desafío".

-La castidad es un tema importante en las películas anteriores, y ahora todo cambia. ¿Cómo se vivieron estas escenas fundamentales?
"La luna de miel es algo que le preocupa a mi personaje desde el principio. Él está esperando durante tres entregas que esto pase, y ahora está preocupado por lo que pueda ocurrirle a Bella. Pero la verdad es que él es feliz, tiene lo que quiere. Es una las partes más fáciles de hacer de la película, pues estoy en un lugar especial con la mujer que amo. A mí, como Robert, me encantó hacerlo, porque Edward siempre ha sido miserable en la serie, por fin tiene lo que quiere y está contento. El sentimiento de Edward y Robert es muy parecido".

-¿Le parece que la escena del parto es muy fuerte?
"Cuando yo leí el libro, me pareció sangriento. Ahí es mucho más extremo que en la película. Recuerdo que cuando filmamos quedé impresionado de que fuera a estar en 'Crepúsculo', porque hay mucha sangre, es realmente intensa. Pensé: 'Esto es una película de horror'. El rodaje duró dos días. Kristen puso sólo la cabeza, el resto era una muñeca. Todo lo rodamos en una toma continua, algo que nunca había pasado en una película de la saga. Y creo que quedó bien".

-Hay una discusión ética en el filme sobre el aborto, algo que sugiere Edward cuando la vida de Bella corre peligro. ¿Cuál es su posición al respecto?
"Desde el punto de vista de la película es un tema interesante, porque Edward es una persona muy tradicional. De hecho, cuando Bella le dice que está embarazada él queda en shock, porque eso no era posible. Edward es bastante malo cuando tiene que decidir este tipo de cosas. 'No estoy listo para un bebé', dice. Para mí, está claro que esa es una decisión que debe tomar la mujer y hay que respetarla".

-¿Cuáles son sus sentimientos ahora que está cerca de terminar con "Crepúsculo"?
"Es excitante todo esto que está pasando con la última parte. Ha sido un largo camino. Cuando comencé con esto, tenía 21 años y ahora tengo 25. Hay una gran diferencia. Espero que estas dos películas sean un buen final para la saga. Ojala que no fuera la última, pero creo que el trabajo se hizo bien".

-¿Cree que haber estado en dos sagas juveniles tan exitosas afectará el futuro de su carrera como actor, quedando encasillado en este tipo de filmes?
"No, creo más bien que soy afortunado. Antes de 'Harry Potter', no tenía otro trabajo. Pero para ser honestos, lo que me abrió todas las puertas ha sido 'Crepúsculo'. A partir de ahí me empezaron a llegar audiciones. Es una locura estar involucrado en tal vez las dos más grandes franquicias desde 'El Señor de los Anillos'. Pero no creo que eso afecte mi carrera; de hecho ya he estado en varias películas independientes".

-Su compañero de elenco, Taylor Lautner, ya escogió un camino claro: la acción. Usted se ha ido por el lado del drama y el romance. ¿Podremos verlo algún día en acción o en comedia?
"Por lo general escojo proyectos en los que la gente me crea lo que estoy haciendo. No me veo escuchando en los tráilers 'Robert Pattinson, un agente secreto de la CIA' (ríe). Nadie me va a creer en esos papeles ni por cinco segundos. No quiero hacer cosas en las que seguro voy a fallar. Tampoco quiero hacer películas románticas por el resto de mi vida, y eso se puede ver en las dos últimas que hice (ver recuadro), que no son románticas para nada. Uno se va marcando su destino como actor y eso es lo que estoy tratando de hacer".

-¿Cómo estuvo el trabajo con el director Bill Condon ("Soñadoras")?

"Bill fue fantástico. Se nos acercó a Kristen, a Taylor y a mí para preguntarnos cómo queríamos que fueran los personajes cuando todavía no se había terminado de escribir el guión, y eso no es algo que hagan los directores. Pero él nos dijo que quería construir la historia con nosotros. Es bastante abierto y muy paciente".

martes, 1 de noviembre de 2011

Un encuentro con el último Crooner... Buble


Michael Bublé nos espera en una habitación del hotel Sunset Marquis en Beverly Hills -decorada con sillones de cuero negros y mesas lujosas-, con una camiseta, bluyines y una gorra de beisbol marca Rip Curl. Nada más. Está agotado y lo hace saber sin el menor asomo de capricho o vanidad: acaba de terminar una extenuante gira que lo llevo a cantar durante cinco meses por varios países del mundo entre ellos México, donde terminó el tour. Pero el trabajo no se agota y menos ahora cuando el próximo 24 de octubre sale a la venta su nuevo disco: “Christmas”, una dedicada selección de canciones sobre una de las mejores épocas del año, la Navidad.
Una dedicada selección donde se puede encontrar pequeñas joyas como “White Christmas” al lado de la bella Shania Twain; invoca al amor con su aporte al disco como compositor con “Cold December” y deja ver una vez más porque razón cada vez que saca un nuevo álbum, se convierte en uno de los reyes de ventas: lleva 35 millones de copias vendidas. Solo con el último, Crazy Love, vendió siete millones.
A pesar del cansancio, no pierde el buen ánimo. En una charla cordial y amena, durante 20 minutos, el último eslabón de los cantantes clásicos le cuenta en exclusiva a El Mercurio su amor por la Navidad, su inspiración, como va con su matrimonio con la argentina Luisana Lopilato y revela detalles de cómo fue cantar en español junto a Thalía. Pero lo que es mejor: confirmó que el próximo año, sí o sí, estará en Chile “Aún no hay fechas, pero seguro estaré”.

Usted es el último crooner, de la misma tradición de Frank Sinatra y Dean Martin, ¿Cómo hacer parte de esa tradición musical en una industria completamente transformada?


“Para mí es bastante extraño, porque he tenido más éxito con las canciones modernas, con las canciones pop que yo escribo. Pero honestamente, siento que he tenido éxito porque puedo conectar con la gente, porque transmito emociones. Y además porque yo escribo dos o tres canciones por álbum y me aseguro que se vuelvan éxitos, pero el resto son covers, que la gente las conoce y por eso compra todo el disco. A los artistas que escriben 10 o 20 canciones originales en su disco se le hace más difícil vender porque sólo dos o tres son hits y el resto de las canciones son desconocidas, con lo cual la gente va a iTunes y se baja el single, no el disco entero. A mí me ha ayudado este modelo, he vendido 35 o 36 millones de copias. Lo bueno también es que como mi repertorio es muy variado, mi audiencia también lo es: tengo gente muy joven, hay viejos, hay muy gays y muy hetero, hay negros… hay de todo en mi público”.

¿Te interesan los sonidos actuales, el pop y la electrónica? ¿Qué opinas de aquellos fenómenos?

“No lo sé… No son lo mío, aunque yo hago algo de pop. Creo que depende de la canción. Algunas canciones son vigentes por años, otras son como la hoja de una máquina de afeitar: las tiras después de usarla un día. Son desechables y las borras a los días de escucharlas. Pero yo amo la música, mucho, la música en sí. Mis ídolos mientras crecía fueron Michael Jackson, AC/DC, Beastie Boys, Doctor Dre, Frank Sinatra, Dean Martin, Elvis Presley… simplemente me gusta la buena música, todo lo bueno”.

En un mismo álbum usted puede combinar algo tan clásico como “Georgia On My Mind” con algo tan movido como “Haven’t Met Yet”. Pasa lo mismo con Christmas, ¿lo hace deliberadamente?

“Sí. Ese es mi estilo, así sueno, eso es lo que hago. Soy muy afortunado por poder moverme de un género a otro, entre álbum y álbum o dentro del mismo, y necesito cantar “Georgia On My Mind” pero también quiero hacer algo movido como son las canciones de pop. Eso me permite diversificar mi audiencia. Cuando yo empecé mi público eran señores mayores y blancos, ahora la mayoría de mi público son universitarios, gays y heteros, afro-descendientes, los viejos de antes y otros realmente jóvenes, a los que el pop me permite llegar. Me encanta. Por dos horas, me encanta que la gente esté de fiesta, que baile, que cante, que la gente por dos horas me escuche y se olvide de sus problemas. Es genial y me siento afortunado por eso”.

Se une a la larga lista de artistas que cantan para Navidad, como Bing Crosby, Frank Sinatra, Plácido Domingo, Mariah Carey, ¿Por qué? ¿Qué tanto le gusta la Navidad?

“Mi familia hizo esa época muy especial para nosotros. Es una época especial del año, donde la gente es un poco más amable entre ellos durante, hay esperanzas y buenas intenciones. Es una época bastante especial, mira si no toda la celebración, más allá de la connotación religiosa que es importante para algunos. Es también una oportunidad para que la gente se reúna con la gente que le importa, se encuentre con amigos que hace rato no ve, comparta una celebración con la gente que ama y regale más de lo que recibe. Son muchas cosas buenas que tiene la Navidad. Soy un tipo bastante sentimental y algún día, cuando tenga hijos, quiero darles eso tan especial que mis padres me dieron a mí para esta época. La Navidad pasada en mi casa éramos 50 personas, con la familia de mi esposa que vino desde Argentina, tuvimos una hermosa cena, donde hubo pavo, pasta, empanadas, asado… un momento realmente bello para mí, porque realmente amo la Navidad. Y por eso, para mí, esta Navidad va a ser un honor poder ser la música de ese momento en millones de hogares”.

Con las Puppini Sisters le quiso, además del estilo coral, incluir algo vintage, vieja escuela, que sonaran como los villancicos de antaño

“Absolutamente. Este es mi tributo a Bing Crosby y sus álbumes de Navidad, que fueron clave en mi vida. Él fue quien me introdujo al jazz, pienso que él fue quien inventó la música pop, aunque hoy no se puede considerar pop lo que él cantaba. Realmente quise hacer un tributo con este disco. Mi madre sólo ponía los discos de Crosby durante la Navidad, así que es genial hacer un disco así, como lo hacía él. Además, la forma como grabé este disco es algo que no es común desde hace 30 años: tenía noventa personas tocando al mismo tiempo y yo me paraba en la mitad de ellos y cantaba. Eso ya no se hace más porque ahora todo es con mezclas, con herramientas de profesionales que ponen en un computador. Lo queríamos hacer como en la vieja escuela, con esa vibra tan distinta”.

Comparte una legendaria canción con Shania Twain, “White Christmas”, ¿Cómo le fue con ella?

“Ella es genial, es una buena amiga y una mujer fuerte. Fue realmente especial trabajar con ella y yo escogí esa canción porque me parecía que quedaba perfecto cantarla con ella, que éramos el mejor dúo. El concepto es todo mío y, de hecho, yo hice los arreglos para esa canción”.

‘Cold December’ es su aporte a este álbum ¿Es un mal recuerdo de alguna navidad?
“Es una canción de amor. Es como decir ‘hay tantas cosas materiales en la Navidad, que Santa Claus está llegando y todo, pero lo único que yo quiero es que tú me quieras y estés conmigo’. Eso es lo que quise decir ahí: tú eres mi amor y tú haces haces mi Navidad”.

En esta Navidad, ¿Su casa se parecerá un poco a la canción ‘It`s Beginning to look a lot a Christmas’, con dulces y luces por todas partes?

“Así será: tengo seis árboles de Navidad en casa. Tengo todo un arsenal de decoradores que vienen a poner el muérdago y las luces por todos lados. Es que hay muchos niños en la familia, tengo a mis hermanas con mis sobrinos pequeños, es lindo para los chicos y es bueno para nosotros que todo esté bastante decorado”.

¿Y también se disfrazará de Papa Noel?
“No, en absoluto. No habrá Papá Noel “ (se ríe).

¿Cómo eligió a sus compañeros en este disco, además de Twain y Pupinni Sisters?

“Está Naturally 7, gente con la que toco habitualmente y tengo una canción con ellos que es un bonus track. Y está por supuesto, Thalía, con “Feliz Navidad”. Amo a Thalía, la conozco desde hace algunos años por su esposo Tommy Motola, soy gran fan y mi esposa también es fan. Quería hacerle un regalo a mi esposa y a la cultura de la que ahora hago parte. Es muy importante para mí cantar en español, intentarlo al menos… ya sabes, amo a mi esposa”.

Bueno, ¿y cómo es cantar en español?

(Habla en español) “Es muy difícil, muy difícil, ahora estoy estudiando mucho, para hablar con ella y con su familia, pero es muy, muy difícil. Yo sé muchas palabras, pero mi español es… mierda, really. De hecho, cuando estaba en el concierto de México dije ‘Buenas Noches para todos, mi nombre es Miguel Burbuja… ¿Cuántos de ustedes saben hablar inglés’ y muy poca gente levanto la mano. Se quedaron callados y dije para mí: ‘La puta madre…’ (risas)”.

Entonces, ¿en un futuro podemos esperar un álbum completo en español, a lo Nat King Cole?
“No, no podría y además mi familia me mataría, me diría “¿y porque no cantaste en italiano?”. La mitad de mi familia es italiana, yo soy ciudadano italiano y seguramente mi abuelo me diría “Michael, necesitaría que cantes en italiano también”. Así que no podría hacerlo. Pero amé cantar en español, el dúo que hice con Thalía, lo que hice antes en el homenaje a Lucho Gatica (interpretó “Quizás”), lo que hice para Chile junto a Juanes, Miguel Bosé y Laura Paussini en (canta) “Gracias a la Vida… que me ha dado tanto”. Es genial esa canción, me encanta”.

Hablando de cantar en español, ¿le canta a su esposa, mientras van por la calle o mientras desayunan…?

“No (ríe). No lo hago, ya ves, ella es una gran actriz pero no actúa en la casa todo el día. Lo que sí hago es que, si estoy componiendo una canción, le pregunto su opinión o se la doy para que la escuche”.

En Chile hay muchas fan pages, grupos en Facebook pidiendo una sola cosa: Que usted vaya a cantar ya sea a Santiago u otro lugar, como Viña del Mar ¿Nos puede dar una fecha exacta de un concierto en Chile?

“Voy a ir. Voy a ir seguro. El próximo año voy a estar en Chile. No sé la fecha, pero te puedo asegurar que voy a estar en Chile. El año entrante haré una gira por Latinoamérica, Argentina, no sé si Brasil todavía, pero es seguro que Chile sí. Muchos promotores me dicen que podría hacer mucho dinero tocando en otra parte pero no soy así, es mi vida. Es muy importante para mí cantar para ellos, para la gente que me escucha en Chile. ¿Honestamente? Lo hago también por mi esposa, porque es importante mostrar respeto por la región de donde es ella, por su idioma. De hecho, Humberto Gatica (su productor en “Call me Irresponsible” y es chileno) me mataría si no voy a Chile. A cada rato me dice ‘Miguelito tienes que ir, es uno de los lugares más bellos del planeta”. Así que iré”.

¿Y le gustaría decirle algo a los fanáticos en Chile?

(Habla en español) “Nada, decirles que gracias por todo. La gente es demasiado buena conmigo. No puedo esperar a estar con ellos… ¡y Feliz Navidad!!”

¿Quedó contento con los resultados y la gira de su último álbum “Crazy Love”?

“Si, quedé muy contento y estoy orgulloso del disco. Pero no miró mucho hacia atrás, ahora estoy concentrado en este nuevo álbum. Pero te soy honesto, sino vendo cuatro millones de copias o más con “Christmas”, voy a estar muy decepcionado. Y tengo diez semanas para hacerlo. La gente va a pensar que estoy loco. Los productores me dijeron que venderíamos tres millones con Crazy, yo dije que vendíamos seis y vendimos siete. Yo le pongo mucho empeño a mi trabajo y necesito hacerlo así”.

Chris Evans: El Capitán América que se robó todos los suspiros


Hay un instante en esta nueva versión del Capitán América en que todas las mujeres dejan de respirar. En la sala de estrenos de los estudios Paramount, en el corazón de Los Ángeles, mientras abren la capsula donde Chris Evans ha sido sometido al suero del super-soldado se escucha, por un par de segundos, un suspiro femenino unánime. Evans es puro cuerpo torneado y cara de niño grande con ojos profundos. Hay damas que, en la oscuridad de la sala, se quitan las gafas 3D para confirmar si es cierto lo que están viendo en la pantalla de cine.
Dos días después, en el hotel FourSeasons, Evans aparece en la habitación donde lo espera El Mercurio para conversar sobre su nueva película, “Capitán América, El Primer Vengador”, que estará en los cines del país desde este 22 de julio. Sí, después de dos horas diarias de trabajo en el gimnasio durante tres meses, Evans puede afirmar que consiguió el objetivo de convertirse en el superhéroe de América, que durante los años de la Segunda Guerra Mundial fue uno de los cómics más leídos en Estados Unidos.
Pero en la película también hay una versión bastante más esmirriada y delgada de su personaje: Steve Rogers, un famélico soldado que aspira a convertirse en héroe frente a la mirada burlona de sus comandantes antes de ser elegido para el experimento que lo convertirá en el ‘super-soldado’ “Yo también era un niño muy delgado, pesaba 60 kilos hasta los 17 años, así que sé que se siente ser un hombre pequeño. Y ese fue uno de mis principales objetivos al interpretar a Steve Rogers, que a pesar del cambio en su apariencia física se mantuviera su esencia, que es la de una persona que hace el bien sólo porque es lo que hay que hacer. Quise que la gente tuviera la misma conexión al final de la película con el Cap –como lo apoda con cariño- que la que tienen cuando lo ven delgado, pequeño y vulnerable”, dice el actor.
Sin embargo esa versión escuálida del Capitán América ha generado algunas reacciones adversas entre los críticos, quienes consideran que se abusó un poco del uso de los CGI (gráficos generados por computadora, por sus siglas en inglés) para rebajarle unos kilos al cuerpo de Evans. “No creo que sea algo criticable. Era una elección entre perder peso o ganar peso para la película y, aunque hubiera hecho todo eso de perder peso y luego dedicar seis meses a engordarlos para seguir con el rodaje, no hubiera sido suficiente: no sólo fue el peso, también me redujeron el tamaño de la mandíbula y de los hombros, mucho más de lo que yo hubiera logrado naturalmente. Pero yo quería involucrarme físicamente en el personaje, y si eso significó ensancharse… pues me ensanché. Me tocó trabajar mucho para tonificar mis músculos y llegar a lo que se ve en la película, así que creo que eso también tiene un valor especial que no lo iban a dar los CGI”.
Evans insiste en que, más allá de su transformación, trabajó en la sustancia del personaje, que se nutrió en parte del espíritu patriótico que se respiraba en Estados Unidos cuando empezaba la Segunda Guerra. De hecho, cuando apareció por primera vez en 1941, el personaje del “Cap” salía dándole un puñetazo a Adolf Hitler en la portada del cómic. “Yo creo que lo importante era mostrar que es un personaje que quiere hacer las cosas bien porque sí.¿Cuántas personas conoces que hagan las cosas bien sólo porque hay que hacerlas bien y no porque alguien los ve, por guardar las apariencias o porque creen que así se irán al cielo y no al infierno? Es interesante entender qué hace que una persona sea así. Yo sigo buscando esa respuesta y apunté a reflejar esa búsqueda de modo dinámico en la película”.
Aunque la historia del Capitán América ha evolucionado en el tiempo, la película toma como entorno la Europa de principios de los años 40, que exigió un poco más de trabajo para la producción. Pero, para traerla a 2011, el patriotismo cambia de tono: se lo contextualiza en la historia, para evitar que se propaganda barata. Esa, al menos, ha sido la intención de los productores. “Yo quedé feliz con el trabajo que se hizo en ese sentido. El equipo que se ocupó de ese tema realmente sabía cómo eran las cosas en ese entonces. De hecho, no hubiera habido ni la menor posibilidad de que yo hubiera participado si ese detalle no estuviera en buenas manos. Creo es que unas de las cosas para mostrar de la película”.

De Celular al capitán América
Evans sabe de superhéroes: antes, fue la Antorcha Humana, protagonista de otro cómic de la casa editora Marvel, “Los Cuatro Fantásticos”, en pantalla en el verano boreal de 2007. Pero sabe que esto es otra cosa. Que durante la década que ha pasado desde su debut cinematográfico con “Not Another Teen Movie” (2001) o su más prominente actuación en “Celular”(2004), sus papeles no han llegado a parecerse a lo que se viene ahora que está como protagonista en una mega producción de Hollywood.
“Cuando escogí el papel tenía dos miedos. El primero era el del compromiso, este personaje es algo que se puede extender por varios años y cinco o seis películas, no me imagino a nadie tomando una decisión que defina sus próximos diez años. Y lo segundo era cómo esta película tiene potencialmente el poder de cambiar mi vida: aunque había hecho dos o tres películas conocidas, todavía podía ir a Disneylandia sin problemas. Perder ese anonimato da bastante susto, pero uno no puede tomar decisiones basándose en el miedo”, reflexiona Evans.
Lo cierto es que después de esta primera entrega en la que el “Cap” es superhéroe exclusivo, vendráel lanzamiento de lo que será sin duda una de los fenómenos de taquilla del año entrante: TheAvengers (Los Vengadores), el film que reúne en una misma producción a lo más selecto del planeta Marvel Comics: Thor, el Hombre Increíble, IronMan y el Capitán América de Evans. El rodaje ya está en marcha y el producto terminado se verá en pantalla en abril de 2012. “Hubiera sido bueno esperar a ver la reacción de la gente con Capitán América antes de comenzar a filmar una suerte de secuela, pero tampoco está mal la continuidad. Después de todo, es el mismo personaje y lo increíble de Los Vengadores es que ya ves la reacción de la gente mucho antes de que salga la película, los fanáticos están pendientes y expectantes y esa reacción es sorprendente”.
Junto a Evans estarán Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo y quien más ha inspirado al actor para seguir construyendo a su super-soldado: el gran Robert Downey Jr., quien interpreta al narcisista Tony Stark. Así describe Evans la experiencia: “Es increíble trabajar con un tipo así. Realmente, cuando entras al set te das cuenta de que él es una estrella. Lo sentís. Y además es un tipo que te apoya cuando estás trabajando. Cuando filmaba escenas con él estaba nervioso, pero el tipo venía y te hacía una broma, una cosa de menor importancia, pero que servía para quitarse los nervios. Increíble. No tengo palabras para hablar de su carisma”.
Aunque se prometen varias secuelas más (dos al menos, y la versión de Los Vengadores), Evans sabe que tiene que tomar las cosas con calma para darle el verdadero sentido a su búsqueda como actor y no creerse el cuento de ser estrella. “Soy un actor, estoy lleno de inseguridades”, bromea y se ríe. “No, hablando en serio… crecí con una madre bastante firme y eso con el tiempo me ayudado a mantenerme bien, a ser paciente, a tener un discurso racional y mantener los pies en la tierra. Aunque en términos de mi carrera, sufro cada decisión: tengo una mala audición y ya me cuestiono el hecho de haber elegido ser actor. Pero la mayoría de los actores somos así, un manojo de inseguridades”. Incluso aquellos que le ponen el cuerpo a un superhéroe.